Thursday, December 21, 2017

Mi Pascualina / Día 4: la expiación

su silueta se diluye de madrugada entre las sombras del parque. avanza silencioso por la ciclovía junto al río. del otro lado, bajo la carretera, hombres abrigan sus manos en una fogata improvisada. apenas los distingue a lo lejos, como el espejismo difuso de ruinas urbanas. el silencio se quiebra entre quejidos de agua que aceleran su paso. sin nociones definidas de tiempo y espacio, se aferra al propósito final de su odisea. es aquello lo que lo impulsa a llegar hasta allí sin importar nada más en absoluto. convertido en un animal indómito otra noche, se deja guiar por los destellos de sus propias pulsiones. el peligro que lo acecha, instrumento de venganza.

horas antes, cuando la luz invadía todo, conversaba con un hombre inexpresivo de edad indeterminada. estaban sentados en uno de los salones de la casona de barrio brasil. una mujer desnuda cantaba una canción de Debbie Harry alrededor de un árbol de plata. el hombre le servía más y más vino blanco y jamás lo miraba a los ojos. le habló de la nueva raza que llegaría a la tierra el próximo año bisiesto. seres gigantes de ojos redondos que complementarían la raza humana. le dijo que se apoderarían de nosotros antes de que fuera demasiado tarde. que traerían consigo aparatos de platino y piedra lunar capaces de restablecer nuestra moral. la extraerían como enfermeras que con agujas extraen sangre de nuestras venas. sacarían la sustancia-moral para liberarnos, curarnos de este mal que nos aqueja. sólo así salvarían al mundo.

entonces él camina de noche por el parque pensando en la moral paralizante que se reduce en el alcohol que circula por sus venas. se venga, sin saberlo, desde el pozo más profundo de su mente confusa. más allá, entre los tajamares, alguien lo observa. va hasta allá pensando en las infinitas posibilidades circunstanciales que de pronto lo rodean. y la moral se esfuma con el viento cálido. y podría también esfumarse su vida en tan sólo un segundo y habría un único y gran culpable. el hombre aparece frente a él y lo observa. lleva una mano a su entrepierna y espera a que se acerque más. lo suficiente como para tomarlo del cuello y estrangularlo durante unos segundos. se excita y el hombre ahora lo besa con violencia. la barba raspando la carne blanda de sus mejillas. una sensación de placer que podría extenderse hasta el infinito. puede ver la imagen de un ser en algún otro lugar del país, dentro de una casa viendo un programa de televisión abierta. baja el cierre del pantalón y pone la carne alargada afuera. masturba al desconocido y piensa en mañana, en otro día en que la venganza se haga efectiva, cuando el hombre que ve televisión en una casa lejana se arrepienta hasta las lágrimas por cada una de sus acciones. va por más y más.

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