Monday, August 28, 2017

Mi Pascualina / Día 1: el futuro tan (in)cierto

Siempre siempre quise tener una agenda Pascualina en donde poder anotar todo, como en un diario de vida. Cuando era chico, mi vecina me regalaba sus Pascualinas usadas de años anteriores para que yo las reciclara como quisiera. Como niño-varón nacido a fines de los 80, mis padres jamás me habrían regalado una modelo-del-año; con las barbies y ponies de juguete que me conseguía por mi cuenta (solía ser un buen negociante) ya era demasiado el mariconeo, y darme más incentivos habría sido excesivo para ellos, un error que me acercaría peligrosamente al travestismo. Por eso llenaba de corrector las páginas usadas de mis Pascualinas heredadas y anotaba en ellas lo que me sucedía cada día. Cuestiones tan irrelevantes como mi pelea con algún vecinito o mi infinito amor hacia los perros y gatos.

Es bien probable que aquí escriba asuntos tan irrelevantes para el mundo como lo que sucedía en mi vida en esos años. En realidad, cuando hace unos días atrás decidí volver a escribir en este blog abandonado, no lo hice pensando en que alguien quizás podría leerme (dudo que exista mucha gente que se de vueltas por estos rincones de la red en medio de la avanzada era de la tecnología y la conectividarks). Si regresé a este lugar es porque quiero registrarme a mí mismo, saber en un futuro que estaba pasando por mi cabeza y por mi vida a solo unos meses de iniciar la aventura más arriesgada y adrenalínica de mi existencia: irme de Chile.

Ya, sí sé: virar de aquí por doce meses gracias a una visa Working Holiday debe ser -para muchos- el último pelo de la cola, un viajecito de cuarta para pendejos millennial. Pero para mí esta escapada cobra un valor incomparable, porque siempre me quejé de estar aburrido de este país, de las pocas oportunidades que existían, de lo mucho que aborrecía a esta sociedad retrograda, etcéteras 4ver. Entonces de pronto aparece la oportunidad de irme a un país súper-desarrollado a cagarme de frío y probar suerte trabajando el lo que sea. Es un hecho que tomo como señal del universo, que me está gritando que debo entregarme al cambio. Creo en el valor que tiene atreverse a ir más allá y ponerse a prueba a uno mismo. Si me quejé tanto y me sentí tan apático con respecto a Chile por mucho tiempo, ahora vamos a ver qué tan valiente soy. ¿Tanto te quejabai de tu vida, hueón? Ándate solo ahora, sé un inmigrante allá afuera, a ver si erís tan chorito y no te dan ganas de volver a tu Chilito.

En todo caso, si el Ivo del futuro está leyendo esto, necesito que sepa que estaba teniendo una buena vida últimamente. Ivo del fiuhter: estás cesante después de años y años encerrado en una oficina haciendo algo que no te apasionaba del todo. Ahora puedes vivir sin trabajar por al menos un par de meses y dedicarte a lo que de verdad te gusta, que es escribir. Hoy enviaste un cuento al concurso de la revista Paula, y crees que por primera vez tu creación tiene algo de potencial (lo que te ayuda  a quererte más y superar un poco tu imbécil complejo de inferioridad). Tienes un pololo que te quiere de verdad y también una familia maravillosa que te apoya en todo. Dedicas mucho tiempo a leer, ver películas y hacer deporte, y -como nunca antes- sientes que aprovechas a concho cada minuto de tu vida. Has descubierto que muchos discos que antes despreciaste son en realidad joyas musicales que te hacen vibrar. Music de Madonna, por ejemplo, que escuchas cada mañana mientras atraviesas la ciclovía de calle Rosas en bicicleta en dirección al San Cristobal. Disfrutas mucho con lo cotidiano.

Al final, Ivo, tu único problema aquí es que no te hallas y parece que tampoco te sientes parte. Es como si no descubrieras aún tu misión en este país y -quien sabe- tal vez en este mundo. No huevees más y sal a descubrir cuál es porque, como mucha gente suele decirte, aún eres joven, aunque sientas que no, y debes arriesgarte para encontrar las respuesta. Desde aquí, con mucho cariño, el Ivo del pasado-no-tan-pasado.