y finalmente... la PSU.-

Los meses pasaron volando y llegó la fecha maldita; aquel día cercano al nacimiento del sobreidolatrado niñito Jesús, después de los días en que Don Francisco se hace millonario con su empresa más importante mientras hace bailar axe al Team Teletón. Ese día en el que todos aquellos que soñaron con la Universidad de Chile, la Católica, la USACH, definirán con la contestación de aproximadamente 240 preguntas, el cumplir o no sus sueños. Miles y millones de adultos frustrados, púberes y pre-púberes, adolescentes alcohólicos y drogadictos, hijitos pródigos entregados al estudio y devotos a los facsímiles del preuniversitario, definen una parte importante de sus vidas entre uñas comidas, ataques de pánico, llantos desesperados o, en su defecto, lágrimas de cocodrilo y, por supuesto, sentados frente a un papel roñoso fotocopiado mil veces y llenado con preguntas tan específicas que aterrarían hasta a la mismísima Encarta.

PSU: Prueba de Selección Universitaria. Si hasta suena bonito así, casi como una vía para llegar al paraíso de los sueños a través de un lápiz grafito N° 2 y una goma que no deje borrones. Cuando iba en tercero medio me resultaba tan lejano ese día que hacía desembolsar a los chiquillos de cuarto medio un par de billetes con la imagen de Andrés Bello con los ojos desorbitados para pagar los prestigiosos preuniversitarios. Pero en cuarto la cosa cambió, porque ahí empezaron las charlas vocacionales, los "en verdad no deberías estudiar ésto", los ensayos de PSU asesinos. Trescientos y cuatrocientos puntos en el primer ensayo que un preuniversitario "amablemente" quiso realizar a comienzos de marzo. Claro, nadie nos explicó que ese test que sólo podía ser realizado por Albert Einstein, era sólo una forma de meternos pánico y hacernos pedir a gritos un preuniversitario, cual analgésico para un terrible dolor de cabeza. Obvio, yo caí en la trampa.

Día uno: "mamá, quiero un preuniversitario de Matemáticas" "claro, hijo, aprovéchalo"
Día dos: "mamá, quiero un preuniversitario de Historia" "no puedo pagarte dos ramos"
Día tres: "Ivo, habla tu tía. Te pagaremos el pre de historia, pero aprovéchalo"

Y así fue; así terminé enclaustrado dos días a la semana en un salón de clases similar al colegio, pero más light. Los primeros días todo funcionó bien, y cómo no, si en marzo el colegio va súper relax, la vida como estudiante de cuarto parece perfecta y todos los proyectos de vida son algo medio difuso, pero real. Y como en un drama de primer capítulo de teleserie venezolana, algo falla en el camino, algo sale fuera de lo planeado. Nadie nos dijo que el régimen de cuarto medio era así, que los profes a toda costa buscan hacernos "analizar las cosas" con pruebas cabronas, que la orientadora, la psicóloga y los profes del pre te repiten como huevones el "niños, cuiden su NEM". Famosas Notas de Enseñanza Media, que son otro plus que ayuda a los más secos del curso. Tampoco nos dijeron que en cuarto medio te pones nostálgico, que terminas hablándole hasta a ese compañero que se sienta al final de la sala (ese que se quedó en las cartas Pokémon y Magic), que terminas queriendo alargar el tiempo para conocer bien al grupo humano que no alcanzaste a conocer y, en mi caso particular, que para alguien como yo, un preuniversitario no es más que un adorno. No sé si fue el peor error de mi vida tomar un pre, pero sí lo fue el asustarme tanto en un principio, el creer en los resultados de ese primer ensayo que casi me hacían ver como un retrasado mental, el permitir que mis tías pagaran uno de los ramos que me hacía sentir inseguro, todo por una maldita prueba.

"Estimados y Estimadas Estudiantes: Una educación de calidad que asegure igualdad de oportunidades para cada chilena y chileno es el desafío que el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet se ha impuesto, pensando que es en la educación donde encontraremos la herramienta fundamental para lograr un desarrollo como país sustentado en la equidad. Queremos una educación que no discrimine ni se haga eco de diferencias económicas, culturales, sociales o étnicas. Queremos una educación que esté por sobre el lugar en el que un niño o niña haya nacido o estudiado. Queremos un sistema educativo que reconozca, valore e incentive el talento y el potencial de todos los estudiantes. En definitiva, como Gobierno queremos asegurarle a cada estudiante que posee buen rendimiento académico el apoyo financiero suficiente para que su realidad económica no se constituya en una barrera para iniciar su formación profesional. Esperamos que cumplas con éxito esta etapa de postulación y que los años de formación que se vienen te conviertan en un profesional dispuesto a crecer con Chile. Yasna Provoste Campillay Ministra de Educación"

(Fuente: becasycreditos )

La intención es buena. Un discurso bien arreglado, con frases optimistas y alentadoras y, al mismo tiempo, construido para que un estudiante perteneciente a cualquiera de los quintiles a los que se entrega la beca, pueda entenderlo a la perfección. Lástima que sólo sean palabras al azar pronunciadas por quien ya llegó lejos y no tuvo que enfrentarse a las problemáticas de hoy en día. Claramente, un adolescente que estudió en un colegio público en el que enseñan en cuarto medio cómo decir mesa o puerta en Inglés o las palabras agudas, graves y esdrújulas, no obtendrá los mismos resultados que aquel que pudo estar en un colegio especializado en preparar para la prueba y que por cien mil pesos al mes puede quedar convertido en una máquina del conocimiento. No podemos hablar de igualdad si para entrar a una universidad hay que rendir tres pruebas en dos días y sacar un puntaje astronómico para estudiar sin pagar nada y en la universidad deseada. No importa si te fue mal porque esas empresas privadas de mierda llamadas preuniversitario te metieron miedo todos los días del año y llegado el día de la prueba estabas con la cagadera más grande de tu vida. Da lo mismo si no te alcanzó la plata para un pre y en el colegio en el que estuviste no podías estudiar tranquilo porque a tu lado se sentaba un matón de veinte años que ocultaba una cortaplumas en el bolsillo. Importa un bledo si tu mamá gana quinientas lucas mensuales, pero más de la mitad de ese dinero se va en pagar deudas. Da lo mismo esa huevada, porque la beca es para quienes "realmente lo necesitan", es decir, para tener una buena beca o crédito hay que formar parte de una familia monoparental, vivir en una casa prefabricada y, claro, no tener absolutamente ningún bien, aunque haya sido obtenido hace cuarenta años atrás. Olvídate de tener un terreno, un auto que no se ha podido vender, una casa que se arrienda por una miseria para “juntar platita para la U del cabro chico".

"Queremos un sistema educativo que reconozca, valore e incentive el talento y el potencial de todos los estudiantes"
No me están valorando. Mi inteligencia no se mide con una prueba. Tengo talento y capacidades. Tengo ganas de ser un periodista destacado y no puedo estudiar en una universidad de excelencia porque mi puntaje ni siquiera alcanza la mitad de lo que se exige. Ah, claro, puedo estudiar en una privada, da lo mismo porque, al fin y al cabo, cada uno brilla por lo que lleva dentro, no por donde estudió, pero qué pasa si las famosas becas no me cubren ni el veinte por ciento del arancel anual, todo porque las capacidades y conocimientos demostrados durante la educación media son las de un niño mediocre que no alcanzó a tener un NEM sobre seis y por lo mismo no merece tener beca completa.

Así de simple es el cuento. Yo no voy a ser puntaje nacional y no obtendré el puntaje que necesito para entrar a una universidad como la Católica. Probablemente me den un crédito no muy conveniente y -quizás- hasta salga una beca por ahí que, obviamente, agradeceré y cuidaré. No tomaron en cuenta mis capacidades, pero da lo mismo, porque lo que la ministra de educación no sabe es que hay personas como yo, capaces de cumplir lo que se imponen de la forma que sea. Personas emprendedoras e inteligentes que no entregan sus vidas por un pedazo de papel que para otros, sus resultados, terminan transformándose en un estigma. Hoy no le temo a la prueba, porque estoy seguro de mis virtudes y aptitudes. Sea como sea, seré lo que quiero ser. Soy inteligente, escribo bien, me quiero creer el cuento y, aunque suene gracioso, todo eso me ayudará a llegar lejos, muy lejos.-