Las escaleras alcanzan muy arriba el
cielo
tocando los márgenes de esta bola de
cristal
que mi corazón ansia romper antes
del naufragio,
el naufragio inminente del mundo que
conozco,
del mundo que limita con la nada
y que me aterra al plegarse sobre sí
mismo.
La luz suena y sabe a futuro,
encandila y no permite ver lo
cubierto,
lo escondido.
Tomo una pala y cabo en vertical
con la sonrisa torcida
mientras el día se quiebra otra vez
y alguien hace señas desde el otro
lado.
Todo se cierra a lo lejos.
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