Sunday, July 13, 2008

amor es ciencia.-


Domingo por la mañana y ambos en la cocina preparando el desayuno. Ahí, sobre el tostador, estaba mi pan quemándose mientras tú preparabas tu té bien cargado. Muchas horas juntos comenzaban a hacer brotar mi efervescencia que -con ayuda de procesos mentales- había logrado guardar en los cajones más profundos de mi conciencia. Ninguno de los dos decía algo. Ya no había mucho qué decir; la noche anterior, caminando por la playa, nos habíamos dicho todo y el silencio era nuestro peor enemigo a esas tempranas horas del día.

Mi pijama de oso rojo contrastaba con la polera gris que siempre te presto para dormir. Los dos estabamos ahí, quizás cada uno pensando en su propia vida ( individual ) y dejando de lado por un segundo la vida que hemos empezado a vivir hace un tiempo atrás ( juntos ). Tú y yo, como el tiempo y el espacio reducidos en su mínima expresión, rodeados de artefactos domésticos y mi absurdo pijama de oso. El sonido del hervidor, las moléculas de la miga de mi pan haciendo explosión por culpa del fuego y hasta nuestras respiraciones parecían querer romper el equilibrio que en esos momentos amenzaba con esfumarse frente a cualquier estímulo.

Entropía. Mi profesor de Informática nos decía que la entropía es la tendencia de los sistemas a desviarse hacia el caos. Tal vez nosotros somos un sistema en pleno proceso de retroalimentación, por lo que es lógico que cualquier estímulo podía producir un momento de caos. Y ahí estabamos a punto de caer en desequilibrio. Bastó con que dijera un par de palabras para que comenzara la primera discusión del día. Ni siquiera nos miramos a los ojos para saber que estabamos enojados. La energía acumulada comenzó a salir por nuestras bocas a borbotones. El ambiente fue entrando en calor y nuestra pequeña pelea comenzaba a transformarse en grandes acusaciones y reproches sobre el pasado.

Silencio. Como si nuestro big bang, ese momento de infinita densidad hubiera expandido toda la materia hacia nuevos universos. Esa energía contenida se había liberado y mientras me daba vuelta para mirarte de la peor forma que mis músculos faciales permitieran, mi mandíbula dejó caer saliva, haciédome sentir humillado por unos segundos. Risas y miradas de alegría. En ese instante inmediato de la gran explosión se unía un universo con otro, tú y yo, uniéndonos en un abrazo, porque para que haya un nuevo equilibrio, debe existir primero el caos. Entre tus brazos, riéndome y besándote, no sabía de qué manera te amaba, sólo sabía que lo hacía de alguna manera ( o de muchas ).

(o de todas).-

1 comment:

Anonymous said...

te amo