Thursday, July 27, 2006

El viaje a Santiago. Primera parte: “Yo no presto servicios sexuales”.



Mátenme si quieren, pero puse Björk para amenizar este momento. Mis dedos desean escribir y se mueven algo nerviosos sobre este teclado sucio y corroído por el tiempo maldito que me ha jugado en contra. Eso da igual. Narraré parte de mis “aventuras” en Santiago ( por favor, que no suene a Las aventuras de Huckleberry Finn o a Crónica de pre-puber que salió de la casita en la pradera) y de aquellos eventos que me dejaron ciertas secuelas mentales, que arrastraré hasta el día de mi boda que nunca será. Bah.

Salí de vacaciones el viernes catorce del presente, un poco después de dar una prueba de Matemáticas que casi me produce un derrame cerebral y diversas jaquecas (heredadas- gracias madre). Pues el famoso viaje de Ivo ya era pan de cada día para mis amistades y, creo yo, ya habían comenzado a taparse los oídos disimuladamente cuando hablaba de la capital y que me estaba faltando plata para el viaje (al leer plata, deben ser acentuadas ambas sílabas, para que suene grotesco, tosco, atrevido). Por lo anteriormente mencionado, partí a toda velocidad a la capital ese mismo día en la noche, en un bus semicama bastante decente y con la grata compañía de una niña pseudo-muda, que me hacían pensar en el pequeño de la película “El Resplandor” (música tiruriru.). Llegué el sábado a las seis de la mañana y no se imaginan la travesía que resultó para mí hacer transbordo en el metro sin la compañía de alguien que me asesorara, y más una maleta con ruedas, dos bolsos y un “mapa” con todas las estaciones de metro. Me imaginé por un segundo que no era yo, sino uno de los transeúntes que andaban por ahí a esas horas y que podían ver la escena que yoprotagonizaba, y concluyo que tiene que haber resultado gracioso; para qué hablar de mis pequeñas ojeras y la belleza natural de mi pelo.

Llegar a La Florida no fue difícil, a pesar de que me bajé del metro dos estaciones antes de lo estimado y que aún estaba algo oscuro. Yo miraba a la gente con cara de “por favor no me asalte”. Llegué al hermoso condominio de mi primo, y el portero o como quieran llamarle me hizo un cuestionario bastante extenso, llamó a mi primo a su departamento y lo despertó para comprobar si en verdad me estaban esperando y me podía dejar pasar. Por último insinuó que el nombre que yo le había dado era de mentira y que mis reales intenciones eran espiar a alguno de los vecinos y asesinarlo, y que quien organizaba toda esta táctica de guerra era el mismísimo James Bond; créame, las ganas de decirle “mejor vaya a una clínica a operarse su hermosa nariz quebrada” no me faltaron.

Lo demás fueron detalles que quizás algún día les narre ( si es que ya no lo hice). Pues bien, tenía libertades en el departamento de mi primo y su esposa, ellos me dejaban salir y me pasaron llaves, siempre y cuando yo me cuidara bien y los llamara en caso de emergencia. Así fue como comencé a salir solo por las calles de Santiago y aprendí a ubicarme con las estaciones de metro. No fue tan difícil, aunque intento no imaginarme mi cara de desorientación al salir de cada estación. Sí, sé que muchos de ustedes anhelan leer lo que viene a continuación y que también algunos se saben de memoria esta historia y simplemente van a hacer como que ya leyeron esto, aunque resulte ser una verdadera mentira. Yo esperaba feliz en el parque forestal a un amigo que se demoraba un poco más de la cuenta y mis dedos eran devorados sin ningún escrúpulo por mi boca enfermiza. En ese momento en mi cabeza sonaba la música de Tiburón, y también se veía el afiche promocional de la película “Pirañas asesinas”, que probablemente en su tiempo fue una pieza de oro más que valorada y que incluso se le tiene que haber descubierto cierta influencia Spielberg al director. La cuestión es que un obeso enorme (enorme, no estoy exagerando como suelo hacerlo siempre), con su pelo crespo negro como el azabache y con ropa de marca probablemente (ojalá esto no parezca un poema de Gabriela Mistral) se me acercó y me empezó a preguntar si yo era fotógrafo o si me gustaba sacar fotos. Según él, era un famoso publicista que necesitaba con suma urgencia un fotógrafo –un domingo por la mañana-. No sé cómo, pero mis ojos brillaron al oír la palabra fotografía y de alguna manera terminé acompañándolo a comprar cigarros a orillas del Cerro San Cristóbal. Ahí fue cuando empezó lo malo, ya que su interés por mi sexualidad comenzó a ser un tanto evidente y me preguntaba todo tipo de cosas, que no hace falta que les redacte. Ah, claro, el tipejo me quería invitar a almorzar, también me invitó a su departamento y me preguntó que qué haríamos si él me pagara cuatrocientos mil pesos por algún tipo de servicio sexual. Aquí es en donde yo me detengo y me pregunto si en verdad me visto como una meretriz o algo por el estilo. ¿Soy muy sugerente o acaso tengo cara de “cobro lo que sea y le hago lo que quiera”?. Caballero, por dios entienda que yo no presto ese tipo de servicios y que mi casa no es de remolienda. Lea mis labios, entienda, soy V I R G E N y sinceramente no perderé mi castidad con usted precisamente. Al final, el susodicho comprendió que yo no estaba dispuesto a nada, ni siquiera a acompañarlo a jugar pool con sus amiguis homosexuales juguetones. A mí parecer, pienso que terminó por entender el mensaje por mi expresión para nada notoria de desinterés que tuve que fingir en ese momento (mi verdadera expresión era de terror, pánico, de -sáquenme a este jabalí de encima-). Me anunció que se tenía que ir a almorzar /sí, anda a comer, puerco asqueroso, sigue poniéndote obeso/ y lo único que faltaba era que se quisiera despedir de mí con un cariñoso, atento, sutil y afectuoso abrazo, como buenos amigos que éramos; afortunadamente no sucedió; eso hubiera sido la guinda de la torta.

Después de esta media hora de pánico, corrí por los limpios senderos del parque forestal a sentarme en una banca alejada del sitio. Se me acercó otro tipo y juro que si hubiera tenido una pistola a mano, le disparo. Me pasó un diario cuyo nombre se me quedó en mi memoria santiaguina y me empezó a dar una charla sobre lugares culturales de la capital. Luego de esto me dijo – si usted desea da propina- y se quedó parado frente a mí más de un minuto, mirando fijamente mi bolso roñoso. Entendí el mensaje claramente y le di sesenta pesos diciéndole -¿te sirven?-. Abrió la mano y recibió las monedas con disgusto. Poco me importó la verdad, porque miré para atrás y por un milisegundo me imaginé que el obeso estaba tras la banca con un fardo de billetes en una mano y golpeándolos contra la otra y con una sonrisa macabra, digna de película de terror. Me paré cuidadosamente y corrí a ocultarme en el museo Bellas Artes por más de una hora, cuidando por mi integridad física (y mental) y mirando las horrorosas esculturas que habían en el primer piso. Recién cuando sonó mi celular y mi amigo me avisaba que ya estaba llegando, me atreví a salir del museo que me salvó la vida, o al menos de que sufriera un ataque de ansiedad.

8 comments:

Anonymous said...

Hola
Nunca había pasado por aquí, primera vez que lo hago, el azar..combinado con horas de aburrimiento frente al pc que te hacen ir links trás link, y llegar a esto.
Interesante tu historia por Santiago, una que toda su vida la ha tenido que pasar aquí..nunca le ha pasodo algo tan extremo como lo que te sucedio...me parecio gracioso y preocupante, no pense que Santiago fuese así..

Saludos xD

Anonymous said...

Esque fue horripy saber esta historia, cuando Cam me contó quedé plasmada en la pared ás cercana... Y cabe destacar que no fue la única historia**** -calla, calla piensa ivo-
Pero bueno, fue un viaje que tuvimos el agrado de compartir. Espero qe no sea el último.
Besos
tuto

Anonymous said...

eso que sentí escalofrios y asco cuand oem la contaste en vivo, ésto quedó notable

Anonymous said...

copion pero igual te quedo bueno (:

Anonymous said...

Oye, actualiza po. Flojo.
Quiero ver tu vision de 'aquesha noshe! [que/noshe/la/de/anoshe]'
Besazos y tus links van

Anonymous said...

jajajaja.. pobre... esas cosas... ufff lamentablemente no solo pasan en santiago, pasan en todos lados, ahora me pregunto CÓMO fue que fuiste a caer en aquel truquillo de NECESITO UN FOTOGRAFO???... yo he escuchado otras: NECESITO UNA PROMOTORA: señor, no gracias, no tengo tiempo... adios!...
jajaja... es que creo que a las mujeres nos han criado para enfrentar ese tipo de situaciones, a uds. los HOMBRES mashos, hediondos y recios NOP, por qué?, por que tenemos padres machistas y creen que los HOMBRES se pueden salvar sólos... MAGNA BRUTALIDAD...
ya ivo, que estes bien... pasaba por aquí para leer un rato y divertirme en esta fria y aburrida mañana santiaguina. nos vemos!
ale.

Anonymous said...

Qué jevi. Por eso intentó ir poco a stgo. Además que soy tan iluso que quizás ubiese acompañado al obeso a comer
ahahaha...

Saludos Ivo =)

No te vi en el centro, pero creo que si te vi en lo de Björk.

Anonymous said...

jajajajajajajajajajajajaajjajajajajajajajaja

Me recordaste una situación de desesperación poarecida que ahora anotaré en mi blog, besitos

:*