Wednesday, September 30, 2015

Cuervo

El joven que vestía de negro paseaba por las antiguas avenidas de su ciudad, pero jamás de día. Llevaba el cabello corto y su rostro sin afeitar. Con sus ojos podía expresar desprecio y lujuria a la vez, y su halo de misterio iluminaba cualquier lugar o persona, como queriendo guiar el camino de su presa directo a la trampa mortal.

Me tomó por sorpresa esa extraña energía que irradiaba, tan oscura como el petróleo. La intensidad de su mirada sobre mis ojos produjo un efecto impredecible,  transformándome en una marioneta, en su nuevo títere o juguete, obligándome a desearlo pronto desnudo entre sábanas desconocidas. Lo quería para mí sin conocerlo, sin saber nada de él. 

Primero bebí de su copa mientras lo escuchaba hablar, intentando desesperadamente descifrar cada uno de sus mensajes. Esas palabras que lanzaba al aire con ligereza se deslizaron hasta mi cabeza. Bailaban sus relatos, elevándose hasta el cielo y regresando con fuerza hacia mi memoria. Su voz sonaba gruesa y profunda, como si hablara desde el fondo de un pantano infinito. Fue hipnosis.

Desperté solo y nunca más lo vi. Su mordida no dejó marca alguna, sólo un deseo silencioso y permanente de ser suyo para toda la vida.-

Bonita

Hasta cuando íbamos a La Vega te veías hermosa. El pelo enmarañado y la ropa deportiva fluorescente. Tú hablando de las frutas y verduras de la temporada. El carrito de la feria detrás tuyo mientras cruzabas el Puente Calicanto. Tu boca manchada después de beber esos licuados naturales que tanto te gustaban. Hoy, cuando vuelvo a sentir ese intenso olor de La Vega, no puedo evitar pensar en ti, en el pastel de choclo que cocinabas los domingos al regresar de las compras y en los besos que nos dábamos después de ordenar el refrigerador.