Wednesday, March 02, 2011

Boat Club

Me gusta recordar los dìas de invierno que pasè junto a èl. Escuchàbamos de ese dream pop bien playero y te juro que me daban ganas de tomar margarita. No sè bien què onda el tipo de relaciòn que llevàbamos, pero me gustaba que estuviera en mi vida. Ni siquiera tenìamos claro cuàl era nuestra volada; sòlo nos juntàbamos, nos comìamos, a veces follàbamos y luego pasàbamos las tardes frìas acostados sin tocarnos, escuchando esas canciones de onda caribeña que me hacìan disfrutar tanto las bajas temperaturas. De repente como que querìa prender la tele y yo le pedìa que por favor no, que nos quedàramos tal como estàbamos. No hablàbamos mucho, pero asì era mejor. Nada era forzado: si se daba la plàtica, la raja y si no, bien tambièn. A veces me contaba sobre su mamà. Me daba la impresiòn de que ella era bien importante en su vida, pero yo ni ahì con preguntarle màs sobre eso. Èl no me preguntaba nada sobre mi vida, sòlo sobre la comida que habìa en el refrigerador y la hora en la que ìbamos a tomar once. Para serte sincero, la comunicaciòn no era lo nuestro. Èramos dos seres que coexistìamos, pero que no tenìamos nada en comùn màs que las canciones que tanto escuchamos en esas vacaciones de invierno. Despuès de como dos semanas que estuvo quedàndose en la ciudad, volviò a su pueblo natal. Nada de intercambiar nùmeros de telèfono o emails. No supe màs de èl, pero estoy seguro que de vez en cuando, cuando tararea esas melodìas invernales, se acuerda de mì.-