Sunday, March 30, 2008

epílogo.-


Si las personas no tuvieramos conciencia de que somos personas, nos mataríamos entre nosotros mismos.

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( MIERDAPORQUEPAREZCOR
ESENTIDOSOCIAL)

Friday, March 21, 2008

capitulito.-

Nos fumamos unos güiros buenísimos, tuvimos sexo y luego te dije que no podía amarte sólo a ti, porque allá afuera hay más de seis mil millones de personas capaces de entregar amor.

Prendiste el televisor y ahí estaban las torres gemelas desmoronándose. Mientras me tapaba la boca horrorizado, tú te cagabas de la risa.-

Wednesday, March 12, 2008

(des) esperada.-


Sentada en el púlpito de la iglesia en la que se había casado hace siete años atrás, Antonia pensaba en todos los años de vida que había perdido. En medio de sus reflexiones, llegaba a la conclusión de que no necesariamente tenía que catalogar ese gran lapsus de tiempo como una "pérdida", sino más bien como una lección de vida y hasta como una prueba de su fortaleza y madurez. Una hora atrás, mientras bebía una café en el barrio Lastarria, su mejor amiga se encargaba de decirle que había visto a su marido con otra mujer saliendo de un motel la noche anterior. No fue un momento fácil y su acompañante lo había hecho aún más complicado; disfrutó cada palabra que dijo, como si contarle tal fatalidad le produjera un gran placer. No podía juzgarla, Macarena era su amiga y desde que la conoce ha disfrutado con la desgracia ajena y los rumores malintencionados. Además, era mejor saberlo en ese instante antes que seguir haciendo el ridículo. Cuando terminó de oír lo que relataba, Antonia no preguntó nada, sólo exigió discreción para luego irse excusándose en que tenía algunos trámites que hacer. Caminó lo más rápido que pudo, mientras se obligaba a sí misma a no llorar. Su mirada se concentraba en el ir y venir de su falda gris tableada, que le recordaba el movimiento de los barcos en altamar. Ya dentro de la iglesia, logró encontrar un poco de tranquilidad, que de vez en cuando se vió interrumpida por la frialdad del sitio y sus aires góticos nada alentadores. Aún estaba sorprendida por la forma en que la noticia la había afectado. Su mente más de alguna vez había desarrollado catástrofes imaginarias similares a lo que había sucedido y su forma de reaccionar en ellas era bastante dramática y descontrolada, nada similar a la manera en la que actuaba ahora. ¿Cómo no se dió cuenta antes?. La pregunta daba vueltas en su cabeza y la ansiedad comenzaba a devorar la serenidad que había alcanzado. No quería dejarse invadir por sensaciones molestas que después pudieran jugarle en contra. Si algo iba a conservar en medio del desastre, sería la calma. Su forma de ser siempre se ha caracterizado por el optimismo y eso no tenía que cambiar a causa del engaño de una persona. Corrió por el pasillo de la iglesia hasta salir a la Avenida. La encadiló la luz del abochornado día y una atmósfera grisácea le devolvió un poco de paz. Se acercó a una heladería y pidió un enorme helado de chocolate. La vista desde esa terraza era privilegiada y a ella le parecía reconfortante. Por un instante pensó en hacer como si nada hubiera pasado frente a su marido y su familia, pero en seguida descartó la idea. Sus hijos eran bastante grandes como para comprender lo que había sucedido. Ella no tenía mucho que hacer, al fin y al cabo, su cónyuge era quien había cometido el error y él mismo sería quien tendría que enfrentar el desprecio de la familia más adelante. Terminado su helado, pidió la cuenta y al mismo tiempo prendió un cigarro. En la bandejita de plata para las propinas puso su anillo de matromonio. -Todo proceso debe tener un fin- se dijo mientras apagaba la mitad del cigarrillo sobre el cenicero. Caminó tranquila por la vereda, pensando en panoramas entretenidos para el fin de semana. Un viaje fuera de Santiago y visitas al teatro eran ideas que le resultaban fascinantes. Cruzó la calle y se perdió en medio de las personas que veían el show que realizaban unos hombres tragafuegos. La ciudad, sin duda, estaba más efervescente que otros días.-