Tuesday, February 13, 2007

Sinceridad sanvalentinesca.-

Día de reflexiones y de partirme la cabeza estudiando las leyes del tránsito. Este asunto del curso de conducir me entretiene y me ofusca a la vez. En todo caso, la ilusión de poder manejar algún día un Chevrolet Corsa propio me incentiva a aprenderme el cuestionario de doscientas y pico preguntas.

Catorce de febrero; mi perro cumple once años y lo he abrazado hartas veces en el día. Si tengo plata el fin de semana le compraré uno de esos huesitos con olor a carne. También es el día de San Valentín. Día de puro consumismo y bombones de licor. No lo niego, me encantaría pasar este día emparejado, paseando con rosas y un globito con forma de corazón. Típico. Y sé que no soy el único que le gustaría esa cursilería para el día de hoy. Se trata de una cuestión de imagen; algo así como mis deseos de aspirar el humo de un cigarro una sola vez, y luego pisarlo y salir corriendo porque es un lugar para no fumadores... eso hacía Carrie, la rubia de Sex&thecity. Lástima que yo no tenga tanto dinero como para darme esos lujos.

Hace un año pasé este día con gran parte de mis amistades solteras-sin-compromiso. Hace dos, lo pasé con mi primera y última novia, una chica gótica bastante bonita y con algunos trastornos mentales. Recuerdo que estaba encerrado en mi casa deseando que nadie me llamara ese día. Claro, sonó el teléfono. Era ella. –Ivo, amor, ¿qué vamos a hacer hoy día?. ¿Juntémonos?. Te tengo un regalo que te va a encantar. ¿Entonces a las seis?. Te amo. Besos-. Mierda. Eran las cuatro de la tarde. Yo con un pijama de oso, sin plata ni ganas de salir. No sé cómo me conseguí un par de billetes y salí en busca de un regalo para mi novia. Le gustaban los caballos, y lo más similar a un equino que encontré fue una cebra de peluche. Pero en la tienda no había papel de regalo, y yo ni idea de hacer bolsitas o combinaciones de cintas y rosas. Terminé en un supermercado envolviéndolo por cuarenta pesos (Ana Alicia, siempre te agradeceré que me hayas acompañado esa tarde tan movida). Cuando llegué a su casa sudando, con el regalo envuelto en un papel bastante impresentable y con un olor insoportable a colillas de cigarro, me abrazó y me dio un beso. Hasta ahora me pregunto si lo hizo por lástima. Ella me regaló una corbata que hasta ahora ocupo. Después la invité a tomar Milkshake de trescientos cincuenta pesos a la Esso.

Sacando a limpio, me parece que mis días de San Valentín no han sido la gran cosa. No ha habido fiestas llenas de torta y rosas rojas. No ha habido amores eternos ni pactos de amor y vida nueva. Mis días de San Valentín han sido siempre con mis amigos, comiendo helados Centella y fumando Belmonth Light. Definitivamente eso no es tan malo, al contrario. Además, a mí me sucede que la puedo pasar mucho mejor con mis amigos que con mis amores. Este año no será la excepción. Pasaré este día con gente soltera igual que yo, comiendo algodones de azúcar y sacando fotos bien colorinches. Por alguna razón (debe ser la costumbre), comenzando este año, adopté una actitud bastante última. No sé qué pasó que empecé a buscar a alguien con quien estar, a alguien a quien poder darle besos, a alguien que me regalara flores y cigarros. Salía a todos lados mirando de reojo, con una mirada media coqueta que en mi vida me ha resultado. Y claro, nadie me tiró bola.

Hace un par de noches un amigo muy querido me regaló una caja de preservativos y me dijo “a ti te van a servir más”. Casi le grité unos buenos rosarios, pero me arrepentí. Entendí el mensaje completamente y entré en razón enseguida. El amor llega solo, siempre he pensado eso. Además, llevo recién tres meses sin una relación formal y me siento bastante tranquilo así. Prefiero las cosas fortuitas, son más lindas y cursis, como a mí me gusta. Analizo bien todo lo que he pensado y sentido durante este tiempo; si adopté esa actitud tan “desenfrenada” (por no decir otra cosa), quizás fue por la costumbre de haber estado tanto tiempo in love. Al fin y al cabo, en mi dos mil seis casi no existió la soltería.

Estaba mal enfocado, y un simple detalle me hizo entrar en razón. Estoy muy feliz así, solo y sin tener que darle explicaciones a alguna persona. Además, más vale solo que mal acompañado (me parece que así era el dicho). Hoy la voy a pasar muy bien y me voy a reír harto. Catorce de febrero sólo es el cumpleaños de mi perro. Lo demás son sólo detalles .-

Monday, February 05, 2007

smoke.-

Me cansé del insomnio de todos los días del verano. Verano de mierda, te maldigo hartas veces, y ándate lueguito, porfa. Estoy harto, y no tengo por qué negarlo. Me aburrí, y lo pero de todo es que no sé de qué. Me apestan los cuestionamientos que se meten de pronto en mi cabeza y que no tienen razón de ser, igualito a mi nueva adicción con ciertas canciones de Placebo; ese grupillo británico que inspiró a tantos a dejarse patillas chulas y a usar chapitas con la bandera de Gran Bretaña. Lo más estúpido es que no me falta nada muy importante , o al menos eso creo. Además tengo mi cámara digital y todos los discos de Björk. Tengo amigos y un perro de once años. Tengo una mamá pulenta y un hermano freak y chistoso. Qué más puedo pedir. Y me da lo mismo que no haya pastel de menta y crema pastelera. Estoy bien - y me río harto-. Pero ésto de estar así es tan desesperante. Qué ganas de meterme bajo las tapas de mi cama y hacer mi vida solitaria ahí por los siglos de los siglos. Qué ganas de irme a trabajar a un circo en otro país y olvidarme de todo lo que nunca querría olvidar. Dejar aquí todo lo lindo, incluso mis carcajadas con capítulos viejos de Sex&the city. Y si se tratara de sólo una presión momentánea, así como de unas lagrimitas de cocodrilo al viento, les juro que lo haría feliz de la vida, pero no se trata de eso. No sé de qué se trata, y no sé de qué me trato yo. Me molesta pensar que las moléculas que me conforman son similares a las que conforman a este mundo. Si fuera nube, me iría a otros cielos, o me convertiría en tornado e iría a azotar a América del norte. No sé, alguna huevada así. Quiero cambiar de vida, quiero estar en otro lugar. No me interesa ser otra persona. No quiero ser Hitler o Shakira. Quiero cambiar ésto que me tiene así. Quiero ser alguien diferente que escucha canciones alegres en un pendrive de 256. Ya no funciono, aunque me pregunto si algún día funcioné como debía. Si, cuando iba en el jardín, podía repetir a la tía cuando decía “emmme-effffe-la qqqqqqqqqqú”. Si podía cortar con tijeras los cisnes de papel celofán. No sé dónde está la respuesta a todo ésto. Ni idea dónde quedaron mis proyectos imaginarios o mis ganas de cambiar el mundo. Yo tenía nueve años y mis enciclopedias de las Spice Girls acompañándome, pero olvidé lo que pensaba en esos días. Y olvidé lo que pensé ayer y anteayer. Después se me olvidará lo que voy a pensar mañana y pasado. No tengo nada que reclamarle a la vida . Nada de esas cuestiones medias depresivas que conmigo no encajan. Yo me voy a reír hasta que me muera. Pero entre estas letras está sólo una parte de lo que me aqueja ahora, de todo lo que siento al no saber nada de lo que estoy sintiendo, ni a causa de qué. Estoy intentando ser el de antes, aunque el de antes quizás no era como yo algún día deseé ser. Y sí, publico este escrito para que cuando alguien me lea entienda al menos un poco de esto. Que después alguien me diga que me entiende al menos un poco. No soy quien para ser víctima, pero bueno, qué tanta huevá, este es mi blog, y escribo las mierdas que se me ocurran.-